En calles, avenidas y rutas de la Argentina, los controles de velocidad se volvieron una herramienta habitual para reforzar la seguridad vial. Aunque estos dispositivos deben estar anunciados con carteles visibles, existe un detalle poco conocido que permite identificarlos incluso sin advertencias: una marca discreta en el pavimento.

Bajo el asfalto funcionan distintos sensores de tránsito que cumplen múltiples tareas. Algunos se utilizan para contar vehículos, otros para controlar el peso del transporte pesado y otros, directamente, para detectar excesos de velocidad y generar infracciones. Entre los más frecuentes se encuentran las llamadas espiras inductivas, cables colocados bajo la calzada que forman cuadrados visibles en la superficie.

Cómo identificar una cámara de velocidad por una pista clave en el pavimento

La cantidad de estas marcas es clave para entender su función. Cuando aparece un solo cuadrado, generalmente el sistema se limita a contabilizar el paso de vehículos. En cambio, cuando se observan dos espiras consecutivas, el dispositivo puede calcular la velocidad: mide el tiempo que tarda un auto en pasar de una a la otra y, a partir de ese dato, determina a cuántos kilómetros por hora circula.

Viajar en auto a Brasil: qué hacer si te infraccionan y cómo pagarlas

Por ese motivo, la presencia de dos “cuadrados” en el pavimento suele ser un indicio claro de que hay una cámara controlando la velocidad en ese tramo. Este método es uno de los más utilizados en el país y forma parte de los sistemas homologados para la fiscalización electrónica. También existen radares que operan mediante ondas, conocidos como Doppler, aunque su uso es más común en controles móviles o rotativos.

Una herramienta clave para ordenar el tránsito

Las espiras también cumplen una función estratégica en la gestión del tránsito. A partir del conteo vehicular, permiten saber si una calle o un carril está cerca de su capacidad máxima. Cuando el flujo supera ese límite, se genera congestión y se vuelve necesario planificar soluciones, como fomentar el uso del transporte público, crear carriles exclusivos o desalentar el uso del vehículo particular.

En autopistas, estos sensores ayudan a identificar las horas pico y a diseñar medidas para distribuir mejor el tránsito, como esquemas tarifarios diferenciados según el horario. Además, se utilizan en bajadas que suelen colapsar: al estar conectadas con los semáforos, permiten extender la luz verde para evitar que las filas de autos lleguen hasta la traza principal.

Incluso en zonas sensibles, como accesos a hospitales, los sensores cumplen un rol fundamental. Al detectar la presencia de una ambulancia, pueden activar automáticamente el semáforo en verde y facilitar su circulación.